¿Conoces el Paradigma de la unidad Divina-Humana?

Tal vez nunca hayas escuchado sobre este paradigma, pero alguna vez te has preguntado: ¿Cómo podría un simple ser humano, con tantas limitaciones, llegar a ser como Jesucristo?

TEOLOGÍA BÍBLICA

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Este paradigma que enfrentan muchos creyentes cristianos —la tensión entre la divinidad de Jesucristo y el llamado a los seres humanos a ser como Él— surge de dos realidades aparentemente contradictorias:

  1. Jesucristo es Dios: Para quienes sostienen la doctrina de la Trinidad, Jesucristo es plenamente Dios. Esto podría generar la impresión de que los seres humanos, siendo criaturas finitas, nunca podrían alcanzar la estatura divina de Cristo.

  2. Jesucristo es el camino a la unidad con Dios: Jesucristo enseña que, al seguir su ejemplo, los seres humanos pueden alcanzar una unidad con el Padre, lo que sugiere que es posible para nosotros llegar a ser como Cristo en una forma profunda.

Resolviendo el Paradigma:

Para abordar esta cuestión, es esencial distinguir lo que significa ser como Jesucristo y cómo podemos participar en la naturaleza divina sin caer en la herejía de pretender ser iguales a Dios en esencia. La Biblia y las enseñanzas de Jesucristo proporcionan una respuesta que resuelve esta aparente contradicción.

1. Jesucristo nos llama a la perfección, pero no a la igualdad con Dios en esencia:

Jesucristo nos invita a ser como Él, pero no a ser Dios. No se trata de alcanzar la divinidad en su totalidad, sino de reflejar el carácter de Dios y participar en su naturaleza divina a través de vivir en amor, santidadobediencia para estar en unidad con el Padre asi como el hijo lo esta.

  • Mateo 5:48: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto".

    • Aquí, Jesucristo llama a sus seguidores a la perfección, pero esta perfección se refiere a la madurez espiritual y la plena conformidad con la voluntad de Dios, no a ser iguales a Dios en poder o naturaleza.

  • Efesios 4:13: "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo".

    • Pablo expresa que debemos aspirar a alcanzar la plenitud de Cristo, pero esto no implica ser iguales a Él en esencia. Más bien, significa ser conformados a su carácter y ejemplo, lo que implica imitar su amor, obediencia y santidad.

2. Participar en la naturaleza divina no significa ser iguales a Dios en esencia:

La Escritura enseña que, al seguir a Cristo, podemos participar de la naturaleza divina como hijos de Dios, que somos transformados a la imagen de Cristo en nuestra vida interior como una semilla que después es visible en la resurrección con un nuevo cuerpo físico espiritual.

  • 2 Pedro 1:4: "Para que por ellas llegaseis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".

    • Aquí, Pedro nos enseña que, a través de la fe y la transformación espiritual, los creyentes pueden ser partícipes de la naturaleza divina. Este concepto no implica que los seres humanos se conviertan en dioses, sino que a través de Cristo y el Espíritu Santo, los creyentes pueden reflejar el carácter de Dios: su santidad, amor y justicia.

    Ser "partícipes de la naturaleza divina" no es lo mismo que ser iguales a Dios en esencia o poder. Significa que, al estar en comunión con Dios, su vida y santidad se manifiestan en nosotros.

3. Jesucristo, nuestro modelo humano-divino, y el camino a la unidad con Dios:

Jesucristo tiene esencia Divina y también humana. El Mesías vino como humano a recuperar esa esencia Divina que Adán perdió. Adán vivía en perfecta unión/comunión con Dios. Jesucristo vino como humano y nos muestra el camino para estar en comunión con el Padre y nos enseña que, aunque no podemos ser iguales a Dios, podemos vivir en unidad con Él.

  • Juan 14:6: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".

    • Cristo es el camino al Padre porque en su humanidad enseña cómo vivir en perfecta obediencia y comunión con Dios. Al seguir su ejemplo, nosotros también podemos alcanzar una relación íntima con el Padre.

  • Juan 1:12 (RVR1960):Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”

    • Cristo nos abrió la puerta, nos devolvió la posibilidad de regresar a Dios, nos mostro el camino, pero cada uno de nosotros somos responsables de recorrerlo con la ayuda del Espíritu Santo.

4. Imitación de Cristo: Humildad y obediencia, no arrogancia o herejía:

Jesucristo nos llama a imitarlo en su humildad y obediencia, no en su poder o esencia divina. Ser como Cristo significa vivir como Él vivió, en humildad, servicio y completa confianza en la voluntad del Padre.

  • Filipenses 2:5-8: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesucristo, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo...".

    • Jesucristo, aunque estaba con Dios, se despojó a sí mismo y vivió como un siervo. Nos muestra que el camino a la unidad con Dios no pasa por la arrogancia o el deseo de ser iguales a Dios en poder, sino a través de la humildad y la obediencia.

5. La transformación en Cristo: Llegar a la estatura de Cristo en carácter:

Cuando hablamos de alcanzar la "estatura de Cristo" (Efesios 4:13), no significa que nos convertimos en dioses, sino que, a través de la gracia de Dios, somos transformados en nuestro interior y carácter para ser hijos adoptivos de Dios.

  • Romanos 8:29: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos".

    • Dios nos llama a ser conformados a la imagen de Cristo, lo que implica reflejar sus cualidades morales y espirituales (amor, misericordia, obediencia). Este proceso no nos convierte en dioses, sino en hijos de Dios por adopción, que viven como Cristo vivió.

Conclusión:

La divinidad de Jesucristo no implica que los seres humanos deban o puedan ser iguales a Dios en esencia. El llamado de Cristo es a seguir su ejemplo y participar en su vida divina mediante la obediencia, el amor y la santidad, pero siempre reconociendo que somos criaturas y Dios es el Creador. En lugar de verlo como una imposibilidad o herejía, podemos entender que Jesucristo nos muestra el camino para alcanzar una profunda unidad con Dios, no siendo divinos en esencia, sino en nuestra relación con Dios y nuestra conformación al carácter de Cristo. Así, Jesucristo no solo nos revela a Dios, sino que nos enseña a ser verdaderos hijos de Dios, reflejando la vida divina a través de la transformación espiritual.