El engaño del Ego

¿Alguna vez has pensado porque la sociedad parece ser guiada por el egoísmo? El egoísmo y la mezcla de ideologías presentan un desafío singular dentro de la mentalidad de muchos cristianos, manifestándose a través de una amalgama de creencias a veces contradictorias sobre el amor al prójimo y el individualismo.

COSMOVISIÓN

Las enseñanzas de Jesus vs el egoísmo

En el núcleo del cristianismo, el mandato de amar al prójimo como a uno mismo se erige como un pilar esencial, promoviendo la empatía, la solidaridad y el altruismo. Sin embargo, en la práctica, esta enseñanza a menudo se encuentra en tensión con las inclinaciones egoístas y la adopción de ideologías que priorizan el interés personal sobre el bienestar colectivo.

Esta dicotomía no solo revela un campo de batalla interno entre los ideales altruistas y los impulsos egoístas, sino que también refleja un panorama más amplio de cómo las influencias culturales y sociales contemporáneas pueden moldear y, a veces, distorsionar la interpretación y aplicación de principios religiosos fundamentales.

Aceptar esta complejidad y trabajar hacia una coherencia más auténtica entre creencias y acciones representa un paso crítico hacia la vivencia plena de los valores centrales del cristianismo.

En los Evangelios, Jesús resume y destaca los mandamientos más importantes. Este resumen se encuentra en varios pasajes, siendo uno de los más conocidos en el Evangelio de Mateo 22:34-40. Aquí, un fariseo le pregunta a Jesús cuál es el gran mandamiento de la Ley. Jesús responde:

"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente." Este es el primer y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas."

Análisis y Prioridad de los Mandamientos

Amar a Dios (Deuteronomio 6:5):

Texto original en hebreo: "וְאָהַבְתָּ אֵת יְהוָה אֱלֹהֶיךָ בְּכָל לְבָבְךָ וּבְכָל נַפְשְׁךָ וּבְכָל מְאֹדֶךָ" (Ve'ahavta et Adonai Eloheicha bechol levavcha u'vechol nafshecha u'vechol me'odecha).

Amar a Dios con todo el corazón, alma y mente implica una devoción completa y total a Dios. Este amor abarca todas las facetas de la existencia humana: la emocional, la espiritual y la intelectual. Es un amor que coloca a Dios en el centro de la vida de una persona.

Amar al prójimo como a uno mismo (Levítico 19:18):

Texto original en hebreo: "וְאָהַבְתָּ לְרֵעֲךָ כָּמוֹךָ אֲנִי יְהוָה" (Ve'ahavta l'reacha kamocha Ani Adonai).

Este mandamiento refleja la ética del cuidado y respeto hacia los demás. Amar al prójimo implica tratar a los demás con la misma consideración y respeto que uno quisiera recibir.

Prioridad y Relación entre los Mandamientos

La prioridad de amar a Dios primero se fundamenta en que este amor es la fuente y el fundamento del amor hacia uno mismo y hacia los demás. Según la enseñanza de Jesús:

Amor a Dios como Fundamento:

El amor a Dios conlleva una relación personal e íntima con Él, lo cual transforma el corazón y la mente del creyente. Esta transformación es necesaria para entender verdaderamente qué significa amar.

Cuando una persona ama a Dios de todo corazón, esto redefine su identidad y propósito, permitiéndole ver su propio valor y dignidad como creación de Dios.

Amor Propio en Contexto Divino:

Este amor propio no es egoísta ni narcisista, sino un reconocimiento de la propia valía basada en la imagen de Dios en la cual uno fue creado. Es una aceptación de uno mismo como amado por Dios.

Este entendimiento del amor propio es esencial para amar a los demás. Una persona que comprende y acepta su propio valor estará en mejor posición para valorar y amar a los demás adecuadamente.

Amor al Prójimo:

Este amor se manifiesta en acciones concretas de compasión, justicia y servicio hacia los demás. Es una extensión del amor que uno ha recibido de Dios y que se ha aceptado para uno mismo.

El amor al prójimo refleja la naturaleza de Dios y cumple la Ley, ya que toda la Ley y los Profetas se resumen en estos dos mandamientos.

Conclusión

Según Jesús, los mandamientos de amar a Dios y amar al prójimo son interdependientes. El amor a Dios es el fundamento y la fuente de todo amor verdadero, incluyendo el amor a uno mismo y a los demás. Este orden de prioridad asegura que el amor que se ofrece al prójimo no sea superficial ni egoísta, sino que fluya de una relación profunda y transformadora con Dios.