¿Qué estás cultivando? Un llamado al discernimiento espiritual

Esta es una profunda invitación a mirar hacia adentro y confrontar el estado real de nuestra vida espiritual. Inspirado en Gálatas 5:19-23, este artículo despliega dos caminos opuestos: uno dominado por las pasiones humanas, y otro guiado por el Espíritu de Dios.

9/15/20253 min leer

¿Qué estás cultivando en el jardín de tu alma? ¿Espinas o flores? ¿Fruto del Espíritu o frutos del ego?

A través de un análisis bíblico detallado y una reflexión teológica clara, se expone la lista de las quince obras de la carne y se contrasta con la belleza indivisible del fruto del Espíritu, manifestación del carácter de Cristo en nosotros.

Este texto actúa como un manual de discernimiento cristiano, ayudando al lector a identificar las señales de una vida guiada por el Espíritu versus las huellas que deja una existencia gobernada por la carne. recuerda que “los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios” (Gál. 5:21).

“Dos naturalezas, una decisión”, recuerda que cada creyente vive en una tensión constante. Este artículo ofrece herramientas prácticas para elegir cada día andar en el Espíritu, crucificar los deseos de la carne y dar fruto que glorifique a Dios.

Fruto del Espíritu - Las nueve virtudes del fruto del Espíritu

Amor (compasión, entrega, amor desinteresado)

Gozo (alegría profunda; satisfacción interior que no depende de las circunstancias)

Paz (serenidad del alma; armonía interior y relacional)

Paciencia (perseverancia; capacidad de soportar con calma las pruebas y a las personas difíciles)

Amabilidad (benignidad; trato dulce, tierno y considerado hacia los demás)

Bondad (generosidad activa; hacer lo correcto, aunque cueste)

Fidelidad (fe; lealtad, firmeza y confianza constante en Dios y en la palabra dada)

Humildad (mansedumbre; fortaleza bajo control, sin arrogancia ni dureza)

Dominio propio (autocontrol; disciplina interior para gobernar los impulsos y deseos)

Gálatas 5:22-23, NVI

“En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.”

Es importante notar que se dice "fruto" (en singular), no “frutos”, indicando que se trata de una unidad integral de virtudes que se desarrollan en una vida guiada por el Espíritu Santo.

Las obras de la carne: el fruto de la vieja naturaleza

Pablo utiliza el término "carne" (gr. sarx) para referirse no al cuerpo físico, sino a la naturaleza humana caída, orientada al egoísmo, al pecado y a la autosatisfacción. En Gálatas 5:19-21, enumera 15 manifestaciones de esta naturaleza, agrupadas en tres categorías principales:

Inmoralidad sexual (Fornicación, relaciones sexuales ilícitas)

Impureza (Indecencia, corrupción moral)

Pasiones sensuales (Lujuria, libertinaje)

Idolatría (Culto a falsos dioses, adoración de ídolos)

Hechicería (Brujería, prácticas ocultistas)

Hostilidad (Odio, enemistad)

Peleas (Conflictos, riñas)

Celos (Envidia posesiva, resentimiento competitivo)

Arrebatos de furia (Ira descontrolada, explosiones de enojo)

Ambición egoísta (Afán de protagonismo, búsqueda de interés personal)

Discordias (Desacuerdos, chismes, enfrentamientos)

Divisiones (conflictos internos, bandos, desunión)

Envidia (Deseo malicioso, resentimiento por el bien ajeno)

Borracheras (Embriaguez, consumo excesivo de alcohol)

Fiestas desenfrenadas (Orgías, juergas inmorales)

Gálatas 5:19-21 (NTV)

19 Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, 20 idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, 21 envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios.

La tensión entre dos naturalezas

Pablo no presenta estas listas como opciones neutras, sino como dos caminos opuestos e incompatibles. En Gálatas 5:17 dice:

“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, y estos se oponen entre sí”.

Esto nos muestra que la vida cristiana no es una experiencia estática, sino una lucha continua entre el yo caído y la nueva vida que el Espíritu produce en nosotros.

¿Cómo se vence la carne y se da fruto?

Expertos como Charles Spurgeon y J. I. Packer coinciden en que la clave no es simplemente esforzarse más, sino vivir por el Espíritu. Pablo lo resume así:

“Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gál 5:24).
“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gál 5:25).

Esto implica:

  • Negarse a uno mismo y tomar la cruz (Lucas 9:23).

  • Permanecer en comunión con Dios a través de la oración y la Palabra.

  • Depender del Espíritu en cada decisión, renunciando a la autojusticia.

Conclusión: ¿Qué estamos cultivando?

Así como un árbol se conoce por su fruto, la vida del creyente se identifica por lo que produce. Las obras de la carne revelan una vida sin dirección divina. El fruto del Espíritu evidencia la presencia transformadora de Dios.

En palabras de John MacArthur:

“No se trata de producir fruto por esfuerzo humano, sino de permitir que el Espíritu obre profundamente en nosotros. El fruto es evidencia de una vida enraizada en Cristo”.

Oración final

Señor, queremos vivir según el Espíritu y no según nuestra carne. Crucifica en nosotros todo deseo desordenado y haz que florezca en nuestras vidas el carácter de Cristo. Que el amor, el gozo, la paz y todas las virtudes que vienen de ti sean visibles en cada pensamiento, palabra y acción. En el nombre de Cristo Jesús, amén.